Nueve veces de cada diez


1
La mujer que atesora los encantos
para darnos placer entre sus brazos,
la mujer que despierta arranques de pasión brutal
es, ante todo, una sentimental.
Le chiflan los paseos, ir en barca,
las flores, los “mi amor”, las serenatas,
y las locuras que por ella comete Don Juan,
pero, de verdad…

Nueve veces de cada diez
la mujer se aburre al joder.
Aunque muchas veces lo calla,
no es nada común que le retiemblen las nalgas.
El que brega con la ilusión
de saciarla es un cabrón.
En el toma y daca carnal
está siempre triste, ¡velay!,
si no hay llama en el corazón,
el cuerpo también dice “no”.

2
Salvo cuando ama a un hombre con ternura,
sensible siempre al roce, a la dulzura,
dispuesta siempre a todo, a abandonarse a la emoción,
se aburre sin darse cuenta, ¡copón!
Pero si tiene antojos de tirana
o sufre de ninfomanía obstinada,
¡cómo le hace pasar a su esforzado paladín,
ay, las de Caín!
Nueve veces de cada diez

Édouard Manet, Paseo en barca

3
Los “¡venga!, “¡sigue!”, “¡más!”, “¡ay, que me muero!”,
fingiendo hallarse en el séptimo cielo,
no es más que caridad; los suspiros de serafín
son mentiras piadosas, es decir,
que lo hace para que su enamorado
crea que es un amante extraordinario,
para que el fanfarrón que tiene encima, ese jayán,
no se sienta mal…
Nueve veces de cada diez

4
Ya me parece oír la las reprimendas
de los que alzan castillos en Citera:
“Será porque tú eres un inútil, un patán,
que no las sabes engolosinar”.
Tal vez, pero si os duele el alegato
de este “fíjate bien cómo lo hago”,
cuando os dejéis, señoras, mansamente trasquilar,
in petto cantad:
Nueve veces de cada diez

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