La primera guerra mundial


En los anales de la Historia
los hombres luchan sin cuartel,
entre tantas guerras notorias,
si a mí me obligan a escoger,
discrepando del viejo Homero,
sin dudarlo, puedo afirmar:
“¡de todas ellas, yo prefiero
la primera guerra mundial!” (bis)

¿Quiere decir eso que olvido
las nobles guerras de anteayer
o que me importa a mí un comino
si duraron un año o cien?
Al contrario, yo las venero
y les doy mi conformidad,
pero, de todas, yo prefiero
la primera guerra mundial. (bis)

Yo sé muy bien que los de Esparta
dieron mandobles, ¡un porrón!
Napoleón no fue a la zaga
en masacrar sin compasión.

Son legendarias, no lo niego,
aquellas gestas de titán,
pero, de todas, yo prefiero
la primera guerra mundial. (bis)

En efecto, la del cuarenta
no ha de causarnos decepción,
fue guerra larga y muy cruenta,
no reniego de su valor,
pero, si he de seros sincero,
cuando me pongo a comparar,
en cualquier caso, yo prefiero
la primera guerra mundial. (bis)

No pretendo aguarles la fiesta
a las guerrillas, ¡no, señor!,
guerras santas, guerras perversas
que no desvelan su intención,
en cada una hay algo bello,
algo que la hace destacar,
pero, de todas, yo prefiero
la primera guerra mundial. (bis)

De la chistera, el fiero Marte
se sacará, si hay ocasión,
una aún mejor, una obra de arte,
que va a causar honda impresión…
Mientras tanto, yo persevero
en decir que no hay otra igual,
que, de las guerras, yo prefiero
la primera guerra mundial.
Si hay que alistarse, yo prefiero
¡la primera guerra mundial!

Póster de la Infantería francesa, 1915

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