El gorila


1
Aupándose de puntillas,
las mujeres del lugar
contemplaban a un gorila,
sin temor al “qué dirán”;
alguna de las comadres
miraba un punto preciso
que, por desgracia, mi madre
no me permite deciros.
¡Ojo al gorila!…
2
De pronto se abrió la jaula
del espléndido animal,
no se sabe por qué causa
(tal vez la cerraran mal);
viéndose libre, el simio,
harto ya de la abstinencia,
pensó «hoy la pierdo, ¡Dios mio!».
Hablaba de su inocencia.
¡Ojo al gorila!…
3
El responsable del circo
gritaba desesperado:
“¡el gorila aún es virgo,
¡puñeta!, tengan cuidado!”
La femenil concurrencia,
viendo el pronto del peludo,
de acuerdo con la advertencia,
corría perdiendo el culo.
¡Ojo al gorila!…
4
Incluso aquellas que antes
miraban con interés
huyeron, ¡qué disparate!,
por miedo a dar un traspiés;

tanta inquietud era vana,
el gorila es un barbián
mejor que el hombre en la cama,
como muchas os dirán.
¡Ojo al gorila!…

5
Apartándose de él, todo
el mundo se precipita,
menos un juez medio bobo
y una pobre viejecita;
viendo el asunto tan feo,
el cuadrúmano orientó
su peculiar balanceo
derechito hacia estos dos.
¡Ojo al gorila!…
6
“¡Bah!”, rezongaba la vieja,
“que me quiera camelar
sería una gran sorpresa,
un milagro, ¡la verdad!”

Primate (Autor desconocido)

Poniéndose bien la toga,
pensaba el juez, impasible:
«que me tome por una mona
no entra dentro de lo posible».
¡Ojo al gorila!…
7
Si os hubieseis, como el mono,
un día visto obligados
a elegir entre una y otro,
¿por cuál hubieseis optado?
Si me viera ante el dilema
cualquier día de estos, yo
escogería a la vieja
sin dudarlo, ¡como hay Dios!
¡Ojo al gorila!…
8
Pero, si bien el gorila
en amor merece el premio,
por contra el pobre no brilla
por su gusto o por su ingenio.
En vez de optar por la vieja,
como haría uno cualquier’,
agarra al juez de una oreja
y lo arrastra hacia un parterr’.
¡Ojo al gorila!…
9
Sería desternillante
escuchar lo que pasó,
pero, ya sabéis, mi madre
me impide contároslo.
y es que al verse maltratado,
el juez gritaba: “¡mamá!”,
como el pobre desgraciado
que él mismo mandó colgar.
¡Ojo al gorila!…

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