La rapada


1
La bella que dormía con un bravo prusiano,
con un bravo prusiano,
a la que una mañana le raparon el cráneo,
le raparon el cráneo.
2
Su notable afición a los “ich liebe dich”,
a los “ich liebe dich”,
en premio la obligó a llevar peluquín,
a llevar peluquín.
3
Los bravos exaltados y los del gorro frigio,
y los del gorro frigio,
le ofrecieron su moño a un rapador de oficio,
a un rapador de oficio.
4
Debí haber defendido un poco su melena,
un poco su melena,
debí haberme jugado el tipo por sus greñas,
el tipo por sus greñas.
5
Sumido en mi torpeza, no moví yo ni un dedo,
no moví yo ni un dedo,
pues los trasquiladores siempre me han dado miedo,
siempre me han dado miedo.

6
Y mientras la dejaban más calva que un cepillo,
más calva que un cepillo,
“¡qué lástima -exclamé-, tanto mechón perdido!,
¡tanto mechón perdido!”.
7
Entre los del montón, cogí uno al azar,
cogí uno al azar,
como una flor, lucía prendido de mi ojal,
prendido de mi ojal.
8
Al verme levantar la cresta, sospecharon,
la cresta, sospecharon,
de mí los segadores de trenzas y rizados,
de trenzas y rizados.
9
Como no lo merezco, no luce en mi pechera,
no luce en mi pechera,
ni la Legión de honor ni la Cruz de la guerra,
ni la Cruz de la guerra.
10
Pero eso no me causa ni pizca de aflicción,
ni pizca de aflicción,
ya tengo mi divisa: es un bello mechón,
es un bello mechón.

Autor desconocido,
Una rapada en Montélimar, 1944

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.